La Oruga Endiosada. Silviano Martínez Campos

Español: Oruga de macaón.

Español: Oruga de macaón. (Photo credit: Wikipedia)

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pero in fiore

pero in fiore (Photo credit: wallace39 ” mud and glory “)

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LA ORUGA ENDIOSADA

Silviano Martínez Campos

— ¡Riing, Riiing, Riiiiiing!

— ¡Bueno!

— ¡Malo!

—Otra vez usted, sus moditos los conozco y no le digo qué se le ofrece,  porque no ando ni tantito de ofrecido con usted ni estoy a sus órdenes. A las  órdenes sólo  estoy de Quien usted sabe y a Quien usted niega. Qué onda, o qué jáis, y no hago más entrevistas a demonios. De seguro tampoco le gustó la oración esa.

—Ni quito ni pongo, en eso de lo que usted llama oraciones. Sólo le pido, le suplico,  no cumpla su amenaza  de abordar eso de compartir  panes (ve cómo me fue en el desierto). Ni prodigar perdones (ve cómo me fue con los arrepentidos Pedro y Pablo). Ni el asunto de las tentaciones (se acaba mi negocio). Está bien, no me opongo: es siempre bienvenida su religiosidad de las alturas, no compromete. Y entre más lejos esté, en las galaxias, menos perturbaciones hay aquí, en mis fértiles terrenos.

—Lo dicho: cómo es que Miguel lo agarró de la cola, lo zangoloteo y lo lanzó a la Tierra, estando el Universo tan grandote.

—Lo dicho: no tuve tiempo de averiguarlo.

— ¡Sáquese!, voy a escribir mi segunda parte de La Oruga.

—Por qué no se queda siempre en oruga, viera (y lo digo por mi experiencia aquella del Paraíso): ¡qué estimulante y seductor es arrastrarse siempre por el suelo! Tampoco, ni tantito compromete. Pero eso de sentirse ya endiosado, o de perdida ángel y aspirar a conquistar el Cosmos, aparte de ser más bien inmodesto, como que desentona en estos tiempos. ¡Oruga sí, mariposa no, oruga sí, mariposa no, oruga sí, mariposa no! ¡Duro, duro, duro!

— ¡Óigame seductor!, grilla no, razón sí, manipulación no, diálogo sí. Pero no es usted interlocutor para mí: sus olores apestosos impiden siquiera acercársele. Váyase, si lo dejan, a orquestar intrigas, a manejar guerras y a llenar cajas fuertes. A mí, lo mío, mi Tierrita, aquí, y allá la otra, la Tierra Nueva.

—¿!, ¿!, ¿!.

—Perdón, Musita adolorida de los vientos, se me cruzó un intruche. No se puede con esa chusma . En qué íbamos. Esto me recuerda, y no lo atribuyo a seductor ninguno,  aquellos rezos del rosario en la capilla,  cuando adolescente,  con las rodillas bien plantadas en la banca, mientras andaba vagando por aquellas tierras  de Africa, acompañando a Julio Estrada en sus “Cien Días de Safari”. O codeándome, ¡hazme favor!, con la realeza europea, pero en plenos Siglos XVI ó XVIII. Ya apuntaba  la megalomanía. Con razón el maestro nos conminaba cada rato en clases al grito de: ¡Ya bajen de la torre de Babilonia!

—No ha cambiado mucho la cosa en  ti: entre más viejo, más… soñador. Y no se puede con esa chusma, es verdad,  son legión:

hambre, desnutrición, epidemias, violencias, terrorismos, poderes desbordados, riquezas acumuladas, injusticias por doquier, imperios únicos, cambios climáticos… Y, lo peor, los demonios interiores que  ganan la batalla con los desánimos, el enconchamiento en sí mismo, la pérdida del sentido comunitario, la muerte por hambre, o por hartazgo.

Pero a pesar de la hecatombe, yo no predico ni tirrias ni zozobras ni rencores. Ilumino la Tierra más no respondo por los eclipses tenebrosos con que tu mismo la encubres. Si he de ser camino, no respondo de las veredas elusivas que tu mismo construyes; si he de ser verdad, no respondo de tu dialéctica libresca con que llenaste bibliotecas; si he de ser vida, es cosa tuya que te escudes en esa cultura, la cultura audiovisual de  tu santa muerte.

—Me la pones difícil. Dime entonces, con qué cara pido el pan cotidiano y si lo recibo en abundancia me niego a compartirlo y mi consumismo no sólo enajena mi espíritu sino destruye con su química agraria los plantíos necesarios para que otros coman. Con qué cara entonces solicito perdones si a la mera hora se los niego a otros y siembro mi planeta de odios y rencores,  justificados con la ideología del bienestar y el orden. Cómo pido ser liberado del mal,  si yo mismo lo fomento, ya con la pasividad cómplice, haciéndome de la vista gorda, ante tantas infamias; ya negando que haya, para salir del laberinto, otras salidas que conduzcan, ellas sí, al camino, a  la verdad y a la vida.

Aún así, Padre, el PAN NUESTRO COTIDIANO DANOS HOY, pero hoy, y no mañana, pero aquí, y no en el más allá, aun cuando, eso sí, el del más allá está asegurado. El diagnóstico está hecho y nos regodeamos en repetirlo día con día, con la cantinela evasiva del neófito que no sabía pero ya sabe El que ignoraba el hambre del hermano próximo, pero la descubrió mediante el informe o la estadística. Y que mediante el informe y la estadística la quiere remediar por la dificultad que entraña el hacerlo en el aquí y en el ahora, porque realmente lo inmediato compromete y es difícil hacerlo con el que tiene al lado.

Porque es más fácil elaborar planes quinquenales, de un año, o de  sexenio, que formar comunidad liberadora de sí misma. Es más fácil recoger basura que tener la valentía y el arrojo de no tirarla. Es más fácil limpiar ríos, lagos, corrientes y estanques, que acabar con fórmulas mortíferas. Y siempre, siempre, más fácil cosechar que preparar la Tierra.

Por eso, Padre, danos el Pan que tu prometes, el “epiousios” que dicen tus sabios, el supersustancial que alimenta y trans-forma, el que nos conduce a la meta-morfosis, la trans-formación del sí mismo para entonces sí, “endiosarnos” y ser “endiosados”, pero no a la manera de los poderes, sino a tu manera, tu manera amorosa  y callada que transforma, en el silencio y la modestia, a  la oruga en mariposa.

Y así, sí, si somos fieles a la Vida, te confesemos o no, podremos aprender a compartir el pan cotidiano, hecho de la semilla que tú plantaste, amasado por nosotros que somos, eso sí, los responsables en cultivarlo,  repartir y compartirlo.

Por eso mismo, PERDONA NUESTRAS OFENSAS, de las cuales hemos colmado la Tierra. Pero no esas ofensas que te expone a diario, desde el reclinatorio, desde la asamblea ritual, desde el silencio dolorido del rincón solitario, el corazón contrito. A ese le contestas tú, Amoroso, y de  inmediato, con la caricia amorosa y la ternura de la Madre.  Porque más tardamos en solicitar perdones que tu en prodigarlos sin medida.

Sino esas ofensas de tu pueblo en la Tierra. La Tierra que ha sido devastada por la codicia y el apetito depredador del hombre. Y los bosques, selvas, ríos, lagos y mares sufren el atentado de la química humana que ignoró el equilibrio entre el crece y multiplícate, el domina la Tierra, dirígela pero  la destruyes si cometes la injusticia.

Perdón porque hicimos una civilización maravillosa pero injusta, y los Epulones de la historia extendieron sus tentáculos de conquistas por todos los rincones de tu mundo para llenar sus graneros y sus trojes, dejando a los Lázaros sólo las sobras y las míseras pepenas. Aun cuando es maravillosa tu Tierrita y la dejaste en nuestras manos por aquello de que si no nos gustó como la creaste la hagamos como queramos, somos libres, perdónanos porque no hemos estado a la altura de nuestra prometida grandeza. No habrá maravilla tecnológica que pueda opacar el hecho de que un joven descarriado asesine, mate. Ni que un poder desbordado espante al mundo con sus armas terríficas durante una guerra invasora.

Perdona porque hemos hecho de la política, tan noble como la concebía el sabio griego, un juego de intereses innobles al servicio muchas veces de los arribismos personales o de grupo, de la transnacional petrolera o del consorcio guerrero, pero poco promotora del decantado bien común, muy predicado aún desde el púlpito, pero escasamente practicado.

Y perdón también porque hemos hecho de la cultura un negocio, más que vehículo de promoción humana, en este caso encerrado en cenáculos, tertulias y entretenimientos elitistas. Porque la música del pobre Beethoven o del inestable Mozart salió a la calle, o a la pantalla, pero para animar comerciales. Y porque renunciamos, en el aquí y el ahora, en actitud vergonzante, a cantar con las Jilguerillas o con los artistas purépechas,  la música que sale de nuestras entrañas campiranas, y al contrario nos adherimos al movimiento universal de las nuevas ondas, lo que es bueno, pero renunciamos a expresarnos como nosotros mismos.

Dejaremos pendiente, por siglos todavía, el COMO TAMBIEN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN.

—Riiiing, riiiing, riiiing. ¡Bravo, Bravo, así se hace, así se dice!, pendiente, pendiente…. ¡Duro, duro, duro!

— ¿Oíste, Musita adolorida de los vientos, una interferencia?

—No hagas caso. Nada conviene más al adversario, que un corazón empedernido.

—Aún así, en el aquí y el ahora, perdonaremos  las ofensas de masacres y holocaustos y que levante el dedo el pueblo, o nación libre de culpa, en grande o en pequeño. Pero  no se olvidará, será una ley perpetua, para que nunca, nunca más, vuelvan al mundo las  insanias.

Y por eso mismo, Padre, LIBRANOS DEL MAL. El mal para nosotros un misterio, cuando limitados tratamos de penetrar en sus causas muy profundas. Pero el mal que vivimos en la desolación y el desánimo. El mal que nos agobia por todos lados en estos tiempos finales del siglo y del milenio. Porque si terminó en el calendario un siglo y terminó un milenio, los males heredados continúan y la hecatombe del cambio no ha logrado cambiar esquemas recibidos.

Que el fin del mundo, este mundo rural y agrario por nosotros conocido, no desemboque en el fin de tu pueblo ingenuo, el que se alimenta de manera inmediata de los humores de la Madre Tierra. El que con sus guaraches o botas rústicas la acaricia y con sus manos la toca y la mima y con sus oídos, oye y escucha sus susurros en vientos y mareas y con sus ojos admira lo bien que fue hecha, aun cuando en ella predomine también la ley del toma y daca, del que se inmola para que otros vivan.

Que la sociedad tecnológica naciente, la del conocimiento y saber virtuales, no sea el fin de la especie en catastrófica, apocalíptica, autoinmolación del hombre. Y, por el contrario, el ser hombre en la nueva era implique mayor  y purificada devoción al ser vivo, aun cuando se afiance y consolide la visión del hombre cósmico, al igual que hijo de la Tierra, heredero de los cielos estrellados.

Que los miedos por el no saber y no entender lo que viene, no castren los sentimientos nobles que adornan a tu pueblo, nobles sentimientos que se vuelven amoroso apoyo solidario en tiempos de desastre y dejan manifiesto el rostro bondadoso de tu obra, de tu imagen, fructífera cosecha de la semilla sembrada en aquel por tu Palabra. Fin.

—Viene tu crítica, Musita adolorida de los vientos.

—Debes cambiar el título, debes suprimir el “fin”. Siempre hay interferencias al principio, siempre hay interferencias en el fin. Cuatro semillitas cayeron en tu suelo fértil, pero una al cruzar tu cielo resultó averiada. El fin llegará cuando todos tus esfuerzos, todos tus afanes los centres en curar la semillita insana para que ella también disfrute de los bienes de tu Tierra.

Cultivas, riegas, atiendes en tu huerto a la plantita bella, para que sea más lozana y atractiva; pero no abandones a la frágil, la lisiada, la humildita, para que ella también coma y  beba, para que ella también disfrute y se solace con la savia y el maná sabroso de la Tierra. ¿Y qué si ella, la última es después la primera? Desecha tus temores: en la gran casa ciertamente hay para todos. Y como dice el sabio, tampoco hay epulones excluídos; pero no como aquí: criterios arbitrarios no funcionan.

— Cambiemos pues al alimón, Musita, el nombre de la oruga voladora. Porque si ya vuela, eso quiere decir que algo en ella no funciona. Que se renombre pues y se le llame la oruga trepadora.

—Trepadora, es mejor, aun cuando tampoco encaja. ¿Estás seguro de alcanzar en tus afanes la inmensidad del Universo mundo? Llegarás si acaso a los planetas y a sus lunas y muy si acaso a la estrella más cercana. Cura tu fantasía, al cielo  no se llega cual la mortal oruga.

— Empiezo a comprender, Musita, los planos en que tu te desenvuelves. Otra dimensión, si es que lo entiendo, imposible de remontar por la oruga si no antes se convierte en mariposa. Cambiemos pues el nombre: la clave de la oruga voladora.

—Empíezas a entender, pero aún falta. Si centras tu saber en el entendimiento, inventas y diseñas claves. Y luego diseñas tus sistemas en torno al intelecto. Después absolutizas bibliotecas y saberes, para luego defenderlos con las armas. Es cuando te domina el miedo de perderlas y vienen los gulags, inquisiciones, tu ley inamovible del mercado, vienen las arrogancias del partido, de curias medievales; de cruzadas, antiguas y modernas, las que rescatan templos o inmolan sacrificio al dios  petróleo.

—Y así nos endiosamos los sistemas, confundimos los reinos con las curias,  y al pueblo con todo el aparato. Predicamos libertad, pero la libertad transnacional con que destruye al mundo.

—Encontramos la clave, muchachito. La oruga endiosada, es la salida. El hombre penetrado de infinito, endiosado por don aún como oruga, para que sea él mismo el que descubra el Cosmos, pero sólo convertido en mariposa.

— ¡Es fácil de entender!, haberlo dicho. Para mí que la clave, es la Palabra, pero bien en la oruga penetrada… y encarnada. Endiosada con la ley del amor y la ternura, para que no tenga más miedo y así comparta el Pan que le llega regalado y el pan cultivado con sudores. ¡La oruga endiosada desde arriba, para que ella no se endiose desde abajo!

(Publicado en GUIA, Semanario Regional Independiente, Zamora, Mich., México, VENTANAS, 4—5 B, 22 de Enero de 2006)

Reproducido en Mi Ziquítaro, Silviano’s Web 2

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El Papa Francisco y la economía política de la exclusión. Leonardo Boff

The Basilica of Aparecida

The Basilica of Aparecida (Photo credit: Wikipedia)

El Papa Francisco y la economía política de la exclusión

31/12/2013

   Quien escucha las distintas intervenciones del obispo de Roma y actual papa se siente en casa y en América Latina. El Papa no es eurocéntrico, ni romanocéntrico ni mucho menos vaticanocéntrico. Es un pastor “venido del fin del mundo”, de la periferia de la vieja cristiandad europea, decadente y agónica (sólo el 24% de los católicos son europeos); proviene de un cristianismo nuevo que se ha ido elaborando a lo largo de 500 años en América Latina con rostro propio y con su teología.

El Papa Francisco no ha conocido el capitalismo central y triunfante de Europa sino el capitalismo periférico, subalterno, agregado y socio menor del gran capitalismo mundial. El gran peligro nunca fue el marxismo sino el salvajismo del capitalismo no civilizado. Ese tipo de capitalismo ha generado en nuestro Continente latinoamericano una escandalosa acumulación de riqueza en unos pocos a costa de la exclusión y de la pobreza de las grandes mayorías del pueblo.

Su discurso es directo, explícito, sin metáforas encubridoras como suele ser el discurso oficial y equilibrista del Vaticano, que pone el acento más en la seguridad y en la equidistancia que en la verdad y en la claridad de la propia posición.

La posición del Papa Francisco a partir de los pobres excluidos es clarísima: «no deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten» esta opción ya «que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres» (Exhortación nº 48). De forma contundente denuncia: «el sistema social y económico es injusto en su raíz» (nº 59); «debemos decir no a una economía de exclusión y de desigualdad social; esta economía mata… el ser humano es considerado, en sí mismo, como un bien de consumo que se puede usar y después tirar; los excluidos no son “explotados” sino desechos, “sobrantes”» (nº 53).

Además no se puede negar que este tipo formulaciones del Papa Francisco recuerdan el magisterio de los obispos latinoamericanos en Medellín (1968), Puebla (1979) y Aparecida (2005) así como el pensamiento común de la teología de la liberación. Ésta tiene como eje central la opción por los pobres, contra su pobreza y en favor de la vida y de la justicia social. 

Hay una afinidad perceptible con el economista hungaro-norteamericano Karl Polanyi, que  fue el primero en denunciar la “Gran Transformación” (título del libro de 1944) al hacer de la economía de mercado una sociedad de mercado. En esta todo pasa a ser una mercancía, las cosas más sagradas y las más vitales. Todo es objeto de lucro. Tal sociedad se rige estrictamente por la competición, por la prevalencia del individualismo y por la ausencia de cualquier límite. Por eso no respeta nada y crea un caldo de violencia, intrínseca a la forma como ella se construye y funciona, duramente criticada por el Papa Francisco (nº 53). Ella ha tenido un efecto atroz. En palabras del Papa: «ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos» (nº 54). En una palabra, vivimos tiempos de gran inhumanidad, impiedad y crueldad. ¿Podemos considerarnos todavía civilizados, si por civilización entendemos la humanización del ser humano? En verdad, estamos regresando a formas primitivas de barbarie.

Conclusión final que el Pontífice deriva de esta inversión: «ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado» (nº 204). De este modo ataca el corazón ideológico y falso del sistema imperante.

¿Y dónde va a buscar alternativas? No va a beber de la esperada Doctrina Social de la Iglesia. La respeta pero observa: «no podemos evitar ser concretos para que los grandes principios sociales no se queden en meras generalidades que no interpelan a nadie» (nº 182). Va a buscar en la práctica humanitaria del Jesús histórico. No entiende su mensaje como una regla petrificada en el pasado sino como inspiración abierta para la historia  siempre cambiante. Jesús es alguien que nos enseña a vivir y a convivir, a «reconocer al otro, a curar las heridas, a construir puentes, a estrechar lazos y a ayudarnos “mutuamente a llevar las cargas”» (nº 67). Personalizando su propósito dice: «a mi me interesa procurar que aquellos que están esclavizados por una mentalidad individualista, indiferente y egoísta, puedan liberarse de esas cadenas indignas y alcancen un estilo de vida y de pensamiento más humano, más noble, más fecundo, que dignifique su paso por esta tierra» (nº 208). Esta intención se asemeja a la de la Carta de la Tierra que apunta valores y principios para una nueva humanidad que habita con cuidado y con amor el planeta Tierra.

El sueño del  Papa Francisco actualiza el sueño del Jesús histórico, el del Reino de justicia, de amor y de paz. No estaba en la intención de Jesús crear una nueva religión ya que habia muchas en su tiempo, sino personas que aman, se solidarizan, muestran misericordia, sienten a todos como hermanos y hermanas porque todos son hijos e hijas en el Hijo.

Este tipo de cristianismo no tiene nada de proselitismo pero conquista por la atracción de su belleza y profunda humanidad. Tales valores son los que puden dar un otro rumbo a la sociedad mundial.

Traducción de Mª José Gavito Milano

Bruno Mars at The Chelsea

In mezzo al malessere mondiale c’è posto per la gioia

Leonardo Boff

In mezzo a un innegabile malessere mondiale, quest’anno ha fatto irruzione a sorpresa una figura che ci ha regalato speranza, allegria e piacere della bellezza: Papa Francesco.

Il suo primo scritto ufficiale porta il titolo di Esortazione pontificia Allegria del Vangelo, richiama l’allegria, le categorie dell’incontro, la vicinanza, la misericordia, la centralità dei poveri, la bellezza, la “rivoluzione della tenerezza” e la “mistica del vivere insieme”.

Tale messaggio fa da contrappunto alla delusione e al fallimento delle promesse di un progetto di modernità che avrebbe portato benessere e felicità per tutti. In verità sta mettendo a rischio il futuro della specie a causa dell’assalto devastante che continua a fare a danno di beni e servizi scarsi della Madre Terra. Dice bene Papa Francesco: “La società tecnica ha moltiplicato le possibilità di piacere ma ha gran difficoltà a generare allegria” (Es.,n.7). Il piacere è cosa dei sensi. La gioia è cosa…

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En medio del malestar mundial hay lugar para la alegría. Leonardo Boff

30/12/2013

En medio del innegable malestar mundial irrumpió sorprendentemente este año una figura que nos devolvió esperanza, alegría y gusto por la belleza: el Papa Francisco. Su primer texto oficial lleva como título Exhortación Apostólica Alegría del Evangelio. Un texto entreverado de alegría, de las categorías del encuentro, de la proximidad, de la misericordia, del lugar central de los pobres, de la belleza, de la “revolución de la ternura” y de la “mística del vivir juntos”.

Tal mensaje es un contrapunto a la decepción y al fracaso ante las promesas del proyecto de la modernidad de traer bienestar y felicidad para todos. En realidad está poniendo en peligro el futuro de la especie por el asalto avasallador que sigue haciendo sobre los bienes y servicios escasos de la Madre Tierra. Bien dice el Papa Francisco: «la sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las posibilidades de placer pero encuentra muy difícil engendrar la alegría» (Exhortación, nº7). El placer es cosa de los sentidos. La alegría es cosa del corazón. Y nuestro modo de ser es sin corazón.

No es una alegría de bobos alegres que lo son sin saber por qué. Brota de un encuentro con una Persona concreta que le suscitó entusiasmo, lo elevó y simplemente lo fascinó. Fue la figura de Jesús de Nazaret. No se trata de aquel Cristo cubierto de títulos de pompa y gloria que la teología posterior le confirió. Es el Jesús del pueblo sencillo y pobre, de las carreteras polvorientas de Palestina que traía palabras de frescor y de fascinación. El Papa Francisco da testimonio del encuentro con esa Persona. Fue tan arrebatador que cambió su vida y le creó una fuente inagotable de alegría y de belleza. Para él evangelizar es rehacer esta experiencia, y la misión de la Iglesia es recuperar el frescor y la fascinación por la figura de Jesús. Evita la expresión ya oficial de “nueva evangelización”. Prefiere “conversión pastoral” hecha de alegría, belleza, fascinación, proximidad, encuentro, ternura, amor y misericordia.

Qué diferencia con sus predecesores de siglos anteriores que presentaban un cristianismo como doctrina, dogma y norma moral. Se exigía adhesión inquebrantable y sin el menor asomo de duda, pues gozaba de las características de la infalibilidad.

El Papa Francisco entiende el cristianismo en otra clave. No como una doctrina, sino como un encuentro personal con una Persona, con su causa, con su lucha, con su capacidad para afrontar las dificultades sin huir de ellas. Agradan sobremanera las palabras contenidas en la Epístola a los Hebreos donde se dice que Jesús “pasó por las mismas pruebas que nosotros… que experimentó todas las  flaquezas… que entre gritos y lágrimas suplicó a aquel que podía salvarlo de la muerte y que no fue atendido en su angustia”, según los estudios de dos grandes sabios de las Escrituras, A. Harnack y R. Bultmann, que dan esta versión en lugar de la que está en la Epístola: “y fue escuchado en atención a su piedad” (eusebeia en griego puede significar, además de piedad, también angustia) “y aprendió a obedecer mediante el sufrimiento”(Hebreos 4,15; 5,2.7-8).

En la evangelización tradicional todo pasaba por la inteligencia intelectual (intellectus fidei), expresada por el credo y por el catecismo. En la Exhortación, el Papa Francisco llega a decir que «hemos aprisionado a Cristo en esquemas aburridos… privando así al cristianismo de su creatividad» (nº 11). En su versión, la evangelización pasa por la inteligencia cordial (intellectus cordis) porque ahí tiene su sede el amor, la misericordia, la ternura y el frescor de la Persona de Jesús. Ella se expresa por la proximidad, por el encuentro, por el diálogo y por el amor. Es un cristianismo-casa-abierta para todos, «sin fiscales de doctrina», no una fortaleza cerrada que intimida.
Ese es, pues, el cristianismo que necesitamos, capaz de producir alegría, pues todo lo que nace verdaderamente de un encuentro profundo y verdadero genera una alegría que nadie puede quitar. Es como la alegría de los sudafricanos en el entierro de Mandela: nacía del fondo de corazón y movía todo el cuerpo.

En nuestra cultura mediática e internética nos falta ese espacio de encuentro, de ojos en los ojos, cara a cara, piel a piel. Para eso tenemos que realizar “salidas”, palabra que repite siempre el Papa. “Salida” de nosotros mismos hacia el otro, “salida” a las periferias existenciales (las soledades y los abandonos) “salida” hacia el universo de los pobres. Esa “salida” es un verdadero “Éxodo” que trajo alegría a los hebreos libres del yugo del faraón.

Nada mejor que recordar el testimonio de F. Dostoievski al “salir” de la Casa de los Muertos en Siberia: «A veces Dios me envía instantes de paz; en esos instantes, amo y siento que soy amado; en uno de esos momentos compuse para mí mismo un credo, donde todo es claro y sagrado. Ese credo es muy sencillo. Es éste: creo que no existe nada más bello, más profundo, más simpático, más humano, más perfecto que Cristo; y me lo digo a mi mismo con un amor celoso, que no existe ni puede existir. Y más que eso: si alguien me probara que Cristo no está en la verdad y que ésta no se encuentra en él, prefiero quedarme con Cristo a quedarme con la verdad».

El Papa Francisco haría suyas estas palabras de Dostoievski. No es una verdad abstracta que llena la vida, sino el encuentro vivo con una Persona, con Jesús, el Nazareno. A partir de él la verdad se hace verdad. Si el 2014 nos trae un poco de ese encuentro (llámenlo Cristo, lo Profundo, el Misterio en nosotros, lo Sagrado de todo ser), entonces habremos cavado una fuente de donde brota una alegría que es infinitamente mejor que cualquier placer inducido por el consumo.

Traducción de Mª José Gavito Milano

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Flamin’

Flamin\’.

vía Flamin’.

Kite on Galveston’s East beach

La Valija Informativa, 26-XII-013

LOS ALREDEDORES

Murales, 29Murales, 27Murales, 26Murales,3

LA VALIJA INFORMATIVA, 26-XII-013

(DE AQUÍ, Y DE ALLA…Por el puro gusto de

promover La Piedad y mi región,

a través de sus personas y sus liderazgos)

++++++++

www.lapiedad.gob.mx

www.penjamillo.gob.mx/

http://www.zamora.gob.mx/

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http://www.itlapiedad.edu.mx/

http://www.univa.mx/

++++++++www.lapiedad.gob.mx

LA PIEDAD

Adriana Hernández , 3

INAES impulsará proyectos productivos

El pasado miércoles en las instalaciones de la UNIVA, el Instituto Nacional de la Economía Social (INAES) y la diputada federal, Adriana Hernández Íñiguez, impartieron pláticas con el objetivo de implementar programas productivos a gente de toda la región de La Piedad.

El INAES se crea con el fin de instrumentar políticas públicas de fomento al sector social de la economía con el fin de fortalecer este sector y consolidarlos como un pilar en el desarrollo económico del país, a través de la capacitación, participación, difusión, investigación y apoyo a productos productivos del sector.

Actualmente, las reglas de operación de este Instituto se están revisando, con…

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El retraso mexicano. Jorge. G.Castañeda

El retraso mexicano
Jorge G. Castañeda
REFORMA
26/12/2013
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A lo largo de las próximas semanas y meses, proliferarán los análisis y recuerdos de acontecimientos decisivos para el país, todos ellos sucedidos durante el fatídico año de 1994. Entre otros, el número de enero de la revista Nexos incluirá textos recordando el alzamiento zapatista, la entrada en vigor del TLCAN, el asesinato de Colosio, la campaña presidencial, la ejecución de Ruiz Massieu, los errores de noviembre y diciembre, y el consiguiente colapso de la economía a fin de año. Los sucesos de ese año fueron muchos, y marcaron el destino del país por mucho tiempo -hasta la fecha. Nos dejaron muchas enseñanzas, pero una lección de suma pertinencia hoy en día puede haber pasado desapercibida. Quisiera dedicar mis dos últimos artículos de este sexagésimo año de mi buena vida a esa lección y su relevancia actual. Se trata de lo que no aconteció en 1994.

 

La resplandeciente transición mexicana desaprovechó una excelsa oportunidad para consumarse a tiempo, debido a la ceguera de Carlos Salinas, a la indiferencia de los poderes fácticos, y a la insuficiente ambición de Diego Fernández de Cevallos. Algunos lectores recordarán cómo a partir del debate presidencial de finales de mayo, gracias a la aplastante victoria de Diego y la inmisericorde derrota de Zedillo (y de Cárdenas), se invirtieron las tendencias de las

encuestas. Ascendió el panista, y aunque su campaña se pasmó, de no haber sido por la incorporación completa de Salinas y del gobierno federal a la contienda (a través del gasto, de la propaganda, del activismo del Presidente y del aparente destierro de Diego de las pantallas de televisión), el PRI podría haber perdido.

 

La injerencia del gobierno en la competencia electoral de 1994 comenzó en realidad justo después de la muerte de Colosio. En lugar de soltar la paridad monetaria ante el inevitable nerviosismo de los mercados y asumir una devaluación, Salinas prefirió evitar a toda costa una depreciación de la moneda y un enfriamiento de la economía. Ni su gabinete (José Córdoba había sido exiliado a Washington) ni sus amigos, ni los grandes poderes tan beneficiados por él, reclamaron su actuación ni sugirieron alternativas. Así, el empecinamiento de Salinas en una victoria priista no era privativa del mandatario y resultaba lógica, si se trataba de que el PRI venciera, también a toda costa. La pregunta es ¿para qué?

 

El ejercicio contra-factual resulta interesante. Si se cae la moneda, ya sea después de la tragedia de Lomas Taurinas, ya sea después del debate, se ajusta la economía y el PRI pierde casi seguramente la elección. Pero no hubiera sucedido la hecatombe económica de diciembre de 1994, no habría caído a la cárcel Raúl Salinas en febrero de 1995, Diego Fernández hubiera cuidado las espaldas de su amigo Carlos Salinas con todo el cariño del mundo, y la transición mexicana se habría consumado seis años antes, en condiciones más propicias para el país.

 

El más perjudicado por los esfuerzos desmedidos de lograr la elección de Ernesto Zedillo fue Carlos Salinas, y el principal beneficiario de una derrota de Zedillo hubiera sido… Carlos Salinas. Y México, porque en ocasiones las cosas que no suceden en el momento oportuno, si bien acontecen después, ya no revisten el mismo éxito, el mismo impacto, la misma trascendencia histórica.

 

De allí la enseñanza: tal vez la alternancia mexicana, siendo mil veces preferible a su contrario, a saber, la perpetuación del ancien régime autoritario, se pasó de tueste. Cuando sobrevino, con por lo menos seis años de retraso -en la óptica descrita- o doce -en la visión de los vencidos de 1988- ya no pudo surtir todos los efectos deseados, ni logró detonar los círculos virtuosos anhelados. Me pregunto si la reforma energética de Peña Nieto, de enorme trascendencia para el país y pletórica de promesas implícitas y algunas expresadas con excesiva estridencia, no correrá la misma suerte. Not too little, but just too late.

Manhole cover art in Soho