Antonio Rubio: ‘Tarea pendiente’

Antonio Rubio: ‘Tarea pendiente’.

Ernesto Sosa Rocha: ‘Las mayores amenazas del fracking’

Ernesto Sosa Rocha: ‘Las mayores amenazas del fracking’.

Federico M. Zaragoza propone celebrar un encuentro mundial para acabar con la pobreza

Federico M. Zaragoza propone celebrar un encuentro mundial para acabar con la pobreza.

Gustavo Duch: ‘La ruta del ébola empieza en nuestros coches’

Gustavo Duch: ‘La ruta del ébola empieza en nuestros coches’.

Manuel de Medio: ‘Humo’

Manuel de Medio: ‘Humo’.

Características del nuevo paradigma cosmológico emergente. Leonardo Boff

Características del nuevo paradigma cosmológico emergente

29/11/2014

Hoy se habla mucho de la quiebra de paradigmas. Pero hay un gran paradigma,el cosmológico, formulado hace ya casi un siglo, que ofrece una lectura unificada del universo, de la historia y de la vida. Nos atrevemos a presentar algunas figuras de pensamiento que lo caracterizan.

1) Totalidad/diversidad: el universo, el sistema Tierra, el fenómeno humano están en evolución y son totalidades orgánicas y dinámicas construidas por las redes de interconexiones de las múltiples diversidades. Junto con el análisis que disocia, simplifica y generaliza, es menester elaborar la síntesis mediante la cual hacemos justicia a esta totalidad. Es el holismo, no como suma, sino como la totalidad de las diversidades orgánicamente interligadas.

2) Interdependencia/re-ligación/autonomía relativa: todos los seres están interligados pues unos necesitan de otros para existir y coevolucionar. En razón de este hecho hay una solidaridad cósmica de base que impone límites a la selección natural. Pero cada uno goza de autonomía relativa y posee sentido y valor en sí mismo.

3) Relación/campos de fuerza: todos los seres viven en un tejido de relaciones. Fuera de la relación no existe nada. Junto con los seres en sí, es importante captar la relación entre ellos. Todo está dentro de campos por los cuales todo tiene que ver con todo.

4) Complejidad/interioridad: todo viene cargado de energías en distintos grados de complejidad e interacción. La energía altamente condensada y estabilizada se presenta como materia y cuando está menos estabilizada como campo energético. Dada la interrelacionalidad entre todos, los seres vienen dotados de informaciones acumulativas, especialmente los seres vivos superiores, portadores de código genético. Este fenómeno evolutivo viene a mostrar la intencionalidad del universo apuntando hacia una interioridad, una conciencia supremamente compleja. Tal dinamismo hace que el universo pueda ser visto como una totalidad inteligente y auto-organizante. Cuánticamente el proceso es indivisible pero se da siempre dentro de la cosmogénesis como proceso global de emergencia de todos los seres. Esta comprensión permite plantear la cuestión de un hilo conductor que atraviesa la totalidad del proceso cósmico que unifica todo, que hace que el caos sea generativo y el orden siempre abierto a nuevas interacciones (estructuras disipativas de Prigogine). La categoría Tao, Javé y Dios hermenéuticamente podrían llenar este significado.

5) Complementariedad/reciprocidad/caos: toda la realidad se da bajo la forma de partícula y onda, de energía y materia, orden y desorden, caos y cosmos y, a nivel humano, en forma de sapiens y de demens. Tal hecho no es un defecto, sino la marca del proceso global. Pero son dimensiones complementarias.

6) Flecha del tiempo/entropía: todo lo que existe, pre-existe y co-existe. Por lo tanto la flecha del tiempo confiere a las relaciones carácter de irreversibilidad. Nada puede ser comprendido sin una referencia a la historia racional y a su trayectoria personal. Está abierto al futuro. Por eso ningún ser está listo y acabado, sino que está cargado de potencialidades. La armonía total es promesa futura y no celebración presente. Como bien decía el filósofo Ernst Bloch: “el génesis está al final y no al comienzo”. La historia universal cae bajo la flecha termodinámica del tiempo, es decir: en los sistemas cerrados (los bienes naturales limitados de la Tierra) al lado de la evolución temporal se debe tomar en cuenta la entropía. Las energías se van disipando irremediablemente y nadie puede nada contra ellas. Pero el ser humano puede prolongar las condiciones de su vida y las del planeta. Como un todo, el universo es un sistema abierto que se autoorganiza y continuamente transciende hacia niveles más altos de vida y de orden. Estos escapan de la entropía (estructuras disipativas) y lo abren a la dimensión del Misterio de una vida sin entropía y absolutamente dinámica.

7) Destino común/personal: Por el hecho de tener un origen común y de estar todos interligados, todos tenemos un destino común en un futuro siempre en abierto. Dentro de él se debe situar el destino personal y de cada ser, ya que en cada ser culmina el proceso evolutivo. Como será este futuro y cual será nuestro destino terminal caen en el ámbito del Misterio y de lo imprevisible.

8) Bien cósmico/bien común particular: El bien común no es solo humano sino de toda la comunidad de vida, planetaria y cósmica. Todo lo que existe y vive merece existir, vivir y convivir. El bien común particular emerge a partir de la sintonía con la dinámica del bien común universal.

9) Creatividad/destructividad: El ser humano, hombre y mujer, en el conjunto de los seres relacionados y de las interacciones, posee su singularidad: es un ser exstremadamente complejo y co-creativo porque interviene en el ritmo de la naturaleza. Como observador está siempre interactuando con todo lo que está a su alrededor y esta interacción hace colapsar la función de onda que se solidifica en partícula material (principio de indeterminación de Heisenberg). Él entra en la constitución del mundo tal como se presenta, como realización de probabilidades cuánticas (partícula/onda). Es también un ser ético porque puede pesar los pros y los contras, obrar más allá de la lógica de su propio interés y en favor del interés de los seres más débiles, como puede también agredir a la naturaleza y destruir especies (nueva era del antropoceno).

10) Actitud holístico-ecológica/antropocentrismo: La actitud de apertura y de inclusión irrestricta propicia una cosmovisión radicalmente ecológica (de panrelacionalidad y religación de todo), superando el antropocentrismo histórico. Favorece además que seamos más singulares y al mismo tiempo, solidarios, complementarios y creadores. De esta manera estamos en sinergia con todo el universo, cuyo término final se oculta bajo el velo del Misterio situado en el campo de la imposibilidad humana. Lo posible se repite. Lo imposible sucede: Dios.

Leonardo Boff escribió: Opción Tierra: la solución para la Tierra no cae del cielo, Nueva Utopía 2010.

Traducción de MJ Gavito Milano

Si conociéramos los sueños del hombre blanco…Leonardo Boff

Si conociéramos los sueños del hombre blanco…

2014-11-21


  La crisis económico-financiera que aflige a gran parte de las economías mundiales ha creado la posibilidad de que los muy ricos se vuelvan más ricos de lo que nunca antes han sido en la historia del capitalismo, lógicamente a costa de la desgracia de países enteros como Grecia, España y otros, y de modo general de toda la zona del euro, tal vez con una pequeña excepción, Alemania. Ladislau Dowbor (http://dowbor.org), profesor de economía de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP) resumió un estudio del famoso Instituto Federal Suizo de Investigación Tecnológica (ETH) que compite en credibilidad con las investigaciones del MIT de Harvard. En este estudio muestra como funciona la red del poder corporativo mundial, constituida por 737 actores principales que controlan los principales flujos financieros del mundo, ligados especialmente a los grandes bancos y otras inmensas corporaciones multinacionales. Para ellos, la crisis actual es una oportunidad incomparable de realizar el mayor sueño del capital: acumular de forma cada vez mayor y de manera concentrada.

El capitalismo ha realizado ahora su sueño, posiblemente el último de su ya larga historia. Ha tocado techo. ¿Y después del techo? Nadie sabe. Pero podemos imaginar que la respuesta nos vendrá de otros modelos de producción y de consumo sino de la propia Madre Tierra, de Gaia, que, finita, no soporta más un sueño infinito. Ella está dando claras señales anticipatorias, que al decir del premio Nobel de medicina Christian de Duve (véase el libro Polvo Vital: la vida como imperativo cósmico, 1997) son semejantes a aquellos que antecedieron a las grandes destrucciones ocurridas en la ya larga historia de la Tierra (3,8 miles de millones de años). Tenemos que estar atentos pues los eventos extremos que ya estamos vivenciando apuntan a eventuales catástrofes ecológico-sociales, aun en nuestra generación.

Lo peor de todo es que ni los políticos ni gran parte de la comunidad científica ni la población se están dando cuenta de esa peligrosa realidad. Es tergiversada u ocultada, pues es demasiado antisistémica. Nos obligaría a cambiar, cosa que pocos desean. Bien decía Antonio Donato Nobre en un estudio recientísimo (2014) sobre El futuro climático de la Amazonia: «La agricultura consciente, si supiese lo que la comunidad científica sabe (las grande sequías que vendrán), estaría en las calles con carteles exigiendo al gobierno la protección de las selvas y plantando árboles en su propiedad».

Nos falta un sueño mayor que galvanice a las personas para salvar la vida en el Planeta y garantizar el futuro de la especie humana. Mueren las ideologías. Envejecen las filosofías. Pero los grandes sueños permanecen. Ellos nos guían por medio de nuevas visiones y nos estimulan a gestar nuevas relaciones sociales, con la naturaleza y con la Madre Tierra.

Ahora entendemos la pertinencia de las palabras del cacique piel roja Seattle al gobernador Stevens del Estado de Washington en 1856, cuando éste forzó la venta de las tierras indígenas a los colonizadores europeos. El cacique no entendía por qué se pretendía comprar la tierra. ¿Se puede comprar o vender la brisa, el verdor de las plantas, la limpidez del agua cristalina y el esplendor de los paisajes? Para él la tierra era todo eso, no el suelo como medio de producción.

En este contexto piensa que los pieles rojas comprenderían el por qué de la civilización de los blancos «si supieran cuáles son las esperanzas que transmite a sus hijos e hijas en las largas noches de invierno, cuáles son las visiones de futuro que ofrece para el día de mañana».

¿Cuál es el sueño dominante de nuestro paradigma civilizatorio que colocó el mercado y la mercancía como eje estructurador de toda la vida social? Es la posesión de bienes materiales, la mayor acumulación financiera posible y el disfrute más intenso que podamos de todo lo que la naturaleza y la cultura nos pueden ofrecer hasta la saciedad. Es el triunfo del materialismo refinado que alcanza hasta lo espiritual, hecho de mercancía, con la engañosa literatura de autoayuda, llena de mil fórmulas para ser felices, construida con retazos de psicología, de nueva cosmología, de religión oriental, de mensajes cristianos y de esoterismo. Es pura engañifa para crear la ilusión de una felicidad fácil.

Así y todo, por todas partes surgen grupos portadores de nueva reverencia hacia la Tierra, inauguran comportamientos alternativos, elaboran nuevos sueños de un acuerdo de amistad con la naturaleza y creen que el caos presente no es solo caótico, sino generativo de un nuevo paradigma de civilización que yo llamaría civilización de la religación, sintonizada con la ley más fundamental de la vida y del universo, que es la panrelacionalidad, la sinergia y la complementariedad.

Entonces habremos hecho la gran travesía hacia lo realmente humano, amigo de la vida y abierto al Misterio de todas las cosas. Es el camino a seguir.

Leonardo Boff


“El hambriento nos pide dignidad, no limosna”: el Papa Francisco en la FAO

“El hambriento nos pide dignidad, no limosna”: el Papa Francisco en la FAO.

vía “El hambriento nos pide dignidad, no limosna”: el Papa Francisco en la FAO.

La urgencia de cuidar de la Tierra y de la vida. Leonardo Boff

                               

El clamor de los indígenas que todavía necesitamos oír. Leonardo Boff

El clamor de los indígenas que todavía necesitamos oír

30/10/2014

La causa indígena nunca ha sido resuelta en Brasil. A todas horas se oye sobre invasiones de tierras indígenas para dar lugar al agronegocio. La homologación de sus tierras es aplazada. Y hay asesinatos y suicidios misteriosos entre los guaraníes.

No obstante, ha habido algunos avances que toca reconocer, como la demarcación y homologación en área continua de la tierra Yanomami contra la presión de media docena de arroceros, apoyados por el latifundio en pro del agronegocio; la devolución de la tierra indígena xavante Marãiwatsédé en la Prelatura de São Felix do Araguaia, de donde habían sido arrancados a la fuerza hace 40 años. No ocurrió lo mismo con la tierra de los Guaraní Kaiowá, Guyraroka, pues el Supremo Tribunal Federal (STF) con los votos de los ministros Celso Mello y Carmen Lúcia rechazó el voto de relator del proceso al ministro Ricardo Lewandoski. En ningún momento se consulto a la comunidad y el latifundista que las ocupó adquirió el derecho sobre doce mil hectáreas de las tierras tradicionales.

Casos como estos son frecuentes, por más que la Funai y el CIMI (Centro indigenista misionero de la Iglesia Católica) se empeñen en su defensa. En este contexto vale la pena recordar el Manifiesto de la Comisión Indígena 500 años (1999) expresando el clamor de 98 diferentes pueblos originarios. Ellos denunciaron con vehemencia:

«Los conquistadores llegaron con hambre de oro y de sangre, empuñando en una mano el arma y en la otra la cruz, para bendecir y recomendar las almas de nuestros antepasados, lo que daría lugar al desarrollo, al cristianismo, a la civilización y a la explotación de las riquezas naturales. Estos factores fueron determinantes en el exterminio de nuestros antepasados…»

«El día 22 de abril de 1500 representa el origen de una larga y dolorosa historia… Afirmamos nuestra divergencia clara y transparente en relación a las conmemoraciones festivas del V centenario, por atentar y no respetar a nuestros antepasados, muertos en defensa de sus hijos, de sus nietos y de las generaciones futuras. Y por negar nuestro derecho a la vida como pueblos culturalmente diferentes…»

«Pretendemos sí, celebrar las conquistas a lo largo de los siglos, llenas de héroes anónimos, que la historia se niega a reconocer. Celebramos sí, las victorias que nos costaron tantas vidas y sufrimientos, y que sin embargo nos trajeron la determinación y la esperanza de un mundo más humano, de solidaridad».

«Celebraremos también el futuro, herederos que somos de un pasado de valoración de la vida, de ideales, de sueños dejados por nuestros antepasados. A pesar de las desigualdades e injusticias, somos conscientes de la importancia de contribuir a la consolidación de una humanidad libre y justa, donde indios, negros y blancos vivan con dignidad» (Jornal do Brasil del 31 de mayo de 1999). En la campaña presidencial nunca se abordó con seriedad esta demanda histórica de los indígenas.

¿Qué podríamos esperar de los portugueses que durante quince siglos recibieron la educación cristiana? Que al ver aquellos bellos cuerpos en la playa, observando curiosamente la llegada de las carabelas, exclamasen: “¡Qué bien! Descubrimos más hermanos y hermanas. Vamos a abrazarlos como miembros de la gran familia de Dios, representantes diferentes del cuerpo místico de Cristo”. Nada de eso ocurrió.

Después del primer encuentro pacífico, lleno de lirismo, descrito en la carta de Pero Vaz de Caminha, todo cambió. Vieron con codicia las riquezas de la tierra. Les hicieron la guerra, llegaron a negarles la humanidad y, a pesar de su inocencia y bondad natural, atestiguadas por todos los primeros misioneros, los consideraron faltos de salvación. Los subyugaron y se bautizaron por miedo.

Algo falló en el proceso de educación y de evangelización por parte de los europeos, especialmente de los españoles y de los portugueses, que impidió que ocurriese verdaderamente un encuentro de personas y de culturas. Lo que hubo fue una pura y simple negación de la alteridad.

El llamado “descubrimiento” equivalió a un encubrimiento y a la supresión del otro de la historia de los pueblos originarios de Brasil y de África. Tampoco significó un “encuentro” de culturas sino una invasión. Lo que realmente ocurrió fue un inmenso desencuentro, un verdadero choque de civilizaciones con el total sometimiento de los negros y de los indígenas más débiles. Hasta hoy ha quedado la marca de este acto fundacional en la forma como discriminamos a los indígenas, no respetando sus tierras sagradas y manteniendo prejuicios contra los afrodescendientes, aquellos que construyeron casi todo Brasil.

Traducción de Mª José Gavito Milano