Quién avergonzó a Brasil aquí y fuera de aquí. Leonardo Boff

Quién avergonzó a Brasil aquí y fuera de aquí

2014-06-18


 

Pertenece a la cultura popular del fútbol abuchear a ciertos jugadores, a los jueces y, finalmente, a alguna autoridad presente. Los insultos e insultos con palabras soeces que hasta los niños pueden escuchar es algo inaudito en el fútbol en Brasil. Se dirigieron a la más alta autoridad del país, a la presidenta Dilma Rousseff, situada en la parte posterior de la tribuna oficial.

Estos insultos vergonzosos sólo podían provenir de la clase de gente que todavía tiene visibilidad en el país, “gente blanquísima de clase A, con falta de educación y sexista” como comentó la socióloga del Centro de Estudios Feministas, Ana Thurler.

Los que conocen un poco de historia de Brasil o quienes hayan leído a Gilberto Freyre, José Honorio Rodrigues y Sérgio Buarque de Hollanda saben identificar inmediatamente tales grupos. Son sectores de nuestras élites, los más conservadores del mundo y rezagados en el proceso de civilización global, como solía recalcar Darcy Ribeiro; sectores que durante 500 años ocuparon el espacio del Estado y se beneficiaron de él a más no poder, negando derechos ciudadanos para garantizar privilegios corporativos. Estos grupos todavía no han conseguido deshacerse de la Casa Grande que tienen incrustada en la cabeza, ni olvidar la picota donde eran flagelados los esclavos negros. No sólo su boca está sucia; está sucia porque su mente es sucia. Están anticuados y piensan todavía dentro de los viejos paradigmas del pasado, cuando vivían en el lujo y el consumo conspicuo como en la época de los príncipes renacentistas.

En el duro lenguaje de nuestro mayor historiador mulato Capistrano de Abreu, gran parte de la élite «capó y recapó, sangró y resangró» siempre al pueblo brasileño. Y lo sigue haciendo. Sin ningún sentido de los límites y, por eso, tan arrogante, cree que puede decir los insultos que quiera y faltar al respeto a cualquier autoridad.

Lo que pasó mostró a los brasileños y al mundo qué tipo de liderazgo tenemos todavía en Brasil. Nos avergonzaron aquí y en el extranjero. El pueblo no es ignorante, sin educación y descarado, como suelen pensar y decir. Descarado, inculto, sin educación e ignorante es el grupo que piensa y dice eso del pueblo. Son sectores en su gran mayoría rentistas que viven de la especulación financiera y que mantienen millones y millones de dólares fuera del país, en bancos extranjeros o en paraísos fiscales.

Bien dijo la presidenta Dilma: “el pueblo no reacciona así; es civilizado y extremadamente generoso y educado”. Puede abuchear, y mucho. Pero no insultar con lenguaje chulo y machista a una mujer, justo a la que ostenta la más alta representación del país. Con serenidad y sentido de soberanía dio a estos incivilizados una respuesta de cuño personal: “he sufrido agresiones físicas casi insoportables y nada me desvió de mi rumbo”. Se refería a las torturas que a las que fue sometida por parte de los agentes del Estado de terror que se instaló en Brasil desde 1968. En el pronunciamiento que hizo más tarde por televisión mostró que nada la desvía del rumbo ni la asusta porque vive de otros valores y pretende estar a la altura de la grandeza de nuestro país.

Este hecho vergonzoso recibió el rechazo de la mayoría de los analistas y de los que se manifestaron en público. Sin embargo, la reacción de los dos candidatos a remplazarla en la presidencia fue lamentable. Prácticamente usaron casi las mismas expresiones, en la línea de los grupos embrutecidos: “Ella cosecha lo que siembra”, dijo uno. El otro dio a entender que merecía los insultos recibidos. Sólo los espíritus tacaños y carentes de sentido de dignidad podrían reaccionar de esta manera. Y éstos son los que quieren definir el destino del país. ¡Con ese espíritu! Estamos cansados de liderazgos mediocres que siguen cual gallinas escarbando en el suelo, incapaces de levantar el vuelo alto de águilas que merecemos y con una grandeza proporcional al tamaño de nuestro país.

Un amigo de Múnich, que sabe bien portugués, impactado por los insultos, comentó: “ni en el tiempo del nazismo se insultaba de esta manera a las autoridades”. Tal vez él no sabe qué tipo de prehistoria hemos vivido y qué tipo de sectores elitistas siguen dominando y de qué manera prepotente se muestran y se hacen oír. Ellos son los principales agentes que nos mantienen en el subdesarrollo social, cultural y ético. Nos hacen pasar una vergüenza que, realmente, no merecemos.

 

 

Leonardo Boff

 


Quem envergonhou o Brasil aqui e lá fora?. Leonardo Boff

Quem envergonhou o Brasil aqui e lá fora?

17/06/2014

          Pertence à cultura popular do futebol a vaia a certos jogadores, a juízes e eventualmente a alguma autoridade presente. Insultos e xingamentos com linguagem de baixo calão que sequer crianças podem ouvir é coisa inaudita no futebol do Brasil. Foram dirigidos à mais alta autoridade do pais, à Presidenta Dilma Rousseff, retraída nos fundos da arquibancada oficial.

Esses insultos vergonhosos só podiam vir de um tipo de gente que ainda têm visibilidade do pais, “gente branquíssima e de classe A, com falta de educação e sexista’ como comentou a socióloga do Centro Feminista de Estudos, Ana Thurler.

Quem conhece um pouco a história do Brasil ou quem leu Gilberto Freyre, José Honório Rodrigues ou Sérgio Buarque de Hollanda sabe logo identificar tais grupos. São setores de nossa elite, dos mais conservadores do mundo e retardatários no processo civilizatório mundial, como costumava enfatizar Darcy Ribeiro, setores que por 500 anos ocuparam o espaço do Estado e dele se beneficiaram a mais não poder, negando direitos cidadãos para garantir privilégios corporativos. Estes grupos não conseguiram ainda se livrar da Casa Grande que a tem entrenhada na cabeça e nunca esqueceram o pelourinho onde eram flagelados escravos negros. Não apenas a boca é suja; esta é suja porque sua mente é suja. São velhistas e pensam ainda dentro dos velhos paradigmas do passado quando viviam no luxo e no consumo conspícuo como no tempo dos príncipes renascentistas.

Na linguagem dura de nosso maior historiador mulato Capistrano de Abreu, grande parte da elite sempre “capou e recapou, sangrou e ressangrou” o povo brasileiro. E continua fazendo. Sem qualquer senso de limite e por isso, arrogante, pensa que pode dizer os palavrões que quiser e desrespeitar qualquer autoridade.

O que ocorreu revelou aos demais brasileiros e ao mundo que tipo de tipo de lideranças temos ainda no Brasil. Envergonharam-nos aqui e lá fora. Ignorante, sem educação e descarado não é o povo, como costumam pensar e dizer. Descarado, sem educação e ignorante é o grupo que pensa e diz isso do povo. São setores em sua grande maioria rentistas que vivem da especulação financeira e que mantém milhões e milhões de dólares fora do país, em bancos estrangeiros ou em paraísos fiscais.

Bem disse a Presidenta Dilma: “o povo não reage assim; é civilizado e extremamente generoso e educado”. Ele pode vaiar e muito. Mas não insulta com linguagem xula e machista a uma mulher, exatamente aquela que ocupa a mais alta representação do país. Com serenidade e senso de soberania pessoal deu a estes incivilizados uma respota de cunho pessoal:”Suportei agressões físicas quase insuportáveis e nada me tirou do rumo”. Referia-se às suas torturas sofridas dos agentes do Estado de terror que se havia instalado no Brasil a partir de 1968. O pronunciamento que fez posteriormente na TV mostrou que nada a tira do rumo nem a abala porque vive de outros valores e pretende estar à altura da grandeza de nosso país.

Esse fato vergonhoso recebeu a repulsa da maioria dos analistas e dos que sairam a público para se manfiestar. Lamentável, entretanto, foi a reação dos dois candidatos a substitui-la no cargo de Presidente. Praticamente usaram as mesmas expressões, na linha dos grupos embrutecidos:”Ela colhe o que plantou”. Ou o outro deu a entender que fez por merecer os insultos que recebeu. Só espíritos tacanhos e faltos de senso de dignidade podiam reagir desta forma. E estes se apresentam como aqueles que querem definir os destinos do país. E logo com este espírito! Estamos fartos de lideranças medíocres que quais galinhas continuam ciscando o chão, incapazes de erguer o voo alto das águias que merecemos e que tenham a grandeza proporcional ao tamanho de nosso país.

Um amigo de Munique que sabe bem o portugues, perplexo com os insultos comentou:”nem no tempo do nazismo se insultavam desta forma as autoridades”. É que ele talvez não sabe de que pré-história nós viemos e que tipo de setores elitistas ainda dominam e que de forma prepotente se mostram e se fazem ouvir. São eles os principais agentes que nos mantém no subdesenvolvimento social, cultural e ético. Fazem-nos passar uma vergonha que, realmente, não merecemos.

Leonardo Boff é professor emerito de Etica

El significado de las manifestaciones ¿no sería la refundación de Brasil?. Leonardo Boff

François-René de Chateaubriand

François-René de Chateaubriand (Photo credit: Wikipedia)

Darcy Ribeiro

Darcy Ribeiro (Photo credit: Wikipedia)

El significado de las manifestaciones ¿no sería la refundación de Brasil?

2013-07-28


La gente que estaba en la calle en el mes de junio, de forma consciente o inconsciente, ¿qué era lo que quería? Para responder voy a apoyarme en tres citas inspiradoras.

La primera es de Darcy Ribeiro en el prefacio de mi libro El caminar de la Iglesia con los oprimidos (1998): «Nosotros los brasileños surgimos de una empresa colonial brasileña que no tenía intención de fundar un pueblo. Quería solo generar beneficios empresariales exportables con pródigo desgaste de gentes».

La segunda es de Luiz Gonzaga de Souza Lima en la última y creativa interpretación de Brasil: La refundación de Brasil: hacia una sociedad biocentrada (São Carlos 2011): «Cuando se llega al final, ahí donde terminan las carreteras, es porque ha llegado la hora de inventar otros rumbos, es el momento para una nueva búsqueda, es el momento para que Brasil se refunde: la refundación es el camino nuevo de todos los posibles, el que vale más la pena, ya que es propio del ser humano no economizar los sueños y esperanzas; Brasil fue fundado como una empresa. Es hora de refundarlo como sociedad».(contraportada)

La tercera es del escritor francés François-René de Chateaubriand (1768-1848): «Nada es más fuerte que una idea cuando ha llegado el momento de su realización».

Mi impresión es que las mutitudinarias manifestaciones de la calle, que se hicieron sin siglas, sin carteles de movimientos ni partidos conocidos y sin montaje de sonido, que irrumpieron espontáneamente querían decir que estamos cansados del tipo de Brasil que tenemos y hemos heredado: corrupto, con una democracia de baja intensidad, que hace políticas ricas para los ricos y pobres para los pobres, en el que las mayorías no cuentan y pequeños grupos extremadamente opulentos controlan el poder social y político. Queremos otro Brasil, que esté a la altura de la conciencia que desarrollamos como ciudadanos y de nuestra importancia en el mundo, con la biodiversidad de nuestra naturaleza, con la creatividad de nuestra cultura y con el mayor patrimonio que tenemos, que es nuestro pueblo, mestizo, alegre, sincrético, tolerante y místico.

De hecho, hasta hoy en día Brasil fue y sigue siendo un apéndice del gran juego económico y político del mundo. Incluso políticamente liberados, todavía estamos recolonizados, pues las potencias centrales antes colonizadoras quieren mantenernos en aquello a lo que nos condenaron siempre: ser una gran compañía neocolonial exportadora de materias primas, granos, carne, minerales, como lo afirma en detalle Luiz Gonzaga de Souza Lima y lo reafirmó Darcy Ribeiro antes citado. De esta manera impiden que realicemos nuestro proyecto de nación independiente y abierta al mundo. Dice con fina sensibilidad social de Souza Lima: «Aunque nunca haya existido en la realidad, hay un Brasil en el imaginario y en los sueños del pueblo brasileño. El Brasil que vive dentro de cada uno es una producción cultural. La sociedad construyó un Brasil diferente del histórico real, el país del futuro, soberano, libre, justo, fuerte, pero sobre todo alegre y feliz» (p.235). En los movimientos de la calle estalló este sueño exuberante de Brasil.

Caio Prado Júnior en su Revolución brasileña (Brasiliense 1966) escribió proféticamente: «Brasil se encuentra en uno de esos momentos en que se imponen de pronto reformas y transformaciones rápidas capaces de reestructurar la vida del país de una manera compatible con sus necesidades más amplias y profundas y con las aspiraciones de la gran masa de la población que, en el estado actual, no son debidamente atendidas» (p. 2). Chateaubriand confirma que esta idea antes descrita ha madurado y ha llegado el momento de su realización. ¿No sería ese el sentido básico de las reclamaciones de tantos miles de personas en la calle? Quieren otro Brasil.

¿Sobre qué bases se hará la refundación de Brasil? Souza Lima dice que sobre lo más fecundo y original que tenemos: la cultura brasileña. «A través de nuestra cultura el pueblo brasileño verá sus infinitas posibilidades históricas. Es como si la cultura, impulsada por un flujo creativo de gran alcance, se hubiera constituido lo suficiente para escapar de las limitaciones estructurales de dependencia, de subordinación y de los límites estrechos de la estructura socio-económica y política de la empresa-Brasil y del Estado que ella creó para sí. La cultura brasileña escapa entonces de la condición de mediocridad, se propone a sí misma en igualdad de dignidad en relación a todas las culturas, y presenta al mundo sus contenidos y sus valencias universales» (p. 127).

No hay espacio aquí para detallar esta tesis original. Remito al lector/a a este libro que está en la línea de los grandes intérpretes de Brasil como Gilberto Freyre, Sérgio Buarque de Hollanda, Caio Prado Jr., Celso Furtado y otros. La mayoría de estos clásicos intérpretes miraron hacia atrás y trataron de mostrar cómo hemos construido Brasil. Souza Lima mira hacia adelante y trata de mostrar cómo se puede refundar Brasil en una nueva fase planetaria, ecozoica, rumbo a lo que él llama “una sociedad biocentrada”.

¿No serán estos miles de manifestantes los protagonistas anticipadores del ancestral y popular sueño brasileño? Que así lo quiera Dios y lo permita la historia.

Leonardo Boff